Amparo Navarrete es el nombre de esta mujer que a los 71 años se enamoró de los tatuajes y decidió dedicar su vida a las agujas.
Esta mujer caleña siempre fue atraída por el arte, pues desde joven se había dedicado a pintar en oleo, hasta que vio en el tatuaje otra forma de hacer arte.
Hasta la academia Luis H Tattoo, llegó Amparo a pedir que le enseñaran a hacer tatuajes, sorprendidos en el local les pareció una maravillosa idea.
«La gente se llena de tabú y dicen que a la edad mía debería estar cuidando nietos o cocinando, pero a mi nunca me gustó esa idea», dice ella en entrevista con El País de Cali.
Ella afirma que ahora los jóvenes desaprovechan la juventud en cosas banales, en vicios y no forjando su futuro. Ella por ejemplo, decidió dedicar lo que le resta de su vida a una pasión que descubrió y que según ella, se entretiene tanto que hasta se le olvida comer; además también está aprendiendo inglés.
Luis Hernando Valencia, dueño de la academia, afirmó que cuando llegó Amparo a su local todos pensaron que estaba buscando una academia de maquillaje, pero se llevaron la sorpresa de que quería aprender a tatuar.
«Doña amparo es un ejemplo a seguir en muchas cosas, ella es juiciosa a diferencia de otros chicos», cuenta Luis Hernando.
Su primer tatuaje fue con maquillaje permanente
Por muchos años ella fue secretaria, hasta que pensó que era mejor dedicar su vida a un trabajo que en realidad amara hacer y por eso se inclinó por la pintura. Y fue allá donde hizo su primer tatuaje, aunque fuera con maquillaje permanente.
Muchos le cerraron la puerta cuando se enteraban de su edad, una edad que según ella solo representa un número. La gente creía que le iba a temblar la mano u olvidar las cosas, pero ella demostró ser capaz de lo que sea.
Cuando llegó a esta academia todo fue diferente, la conexión fue inmediata. Ahora sus compañeros la adoran y ni que decir de sus clientes que la mayoría la buscan a ella.
Es llamada la ‘abuela tatuadora’ y quiere incursionar en las redes sociales y hasta abrir su canal de YouTube.
Su único sueño ahora es tatuar mucho, aprender y que le queden lindos y más adelante quizá abrir su propio local. A sus 71 años no cree que sea tarde para aprender, pues no desperdicia ni un minuto de su vida.