Jaime Benítez estudió medicina en la Universidad Nacional. Sus padres le costearon la carrera con mucho sacrificio, querían a un cirujano plástico en la familia.
Sin embargo, el destino y su profesión lo llevaron por otro rumbo, ese que encontró en el Instituto Materno Infantil de Bogotá, donde hizo su práctica profesional y donde se encontró de frente con el aborto.
Era la década de los 80, época en la que gran cantidad de mujeres sucumbían en la sala séptica de este centro médico, al que ingresaban después de realizarse abortos clandestinos.
De esa época, Benítez recuerda el fétido olor de las bacterias que generan las infecciones, que las 20 camas de esa sala permanecían llenas y que a la semana 2 mujeres perdían la vida.
De acuerdo con Semana.com, las que sobrevivían quedaban con su organo reproductor incompleto o terminaban en la cárcel, después de ser denunciadas por los mismos médicos.
«Esto es lo que quiero hacer el resto de mi vida»
Al terminar su práctica Jaime no dudó en irse a trabajar a Oriéntame, una fundación que ofrece servicios médicos enfocados a la sexualidad de las mujeres.
Esta institución ha logrado disminuir en el país, junto a Profamilia, el número de embarazos no deseados y las muertes de mujeres por abortos mal hechos.
«Entré a trabajar allá y en pocos días me dije: esto es lo que quiero hacer el resto de mi vida», aseguró el médico Benítez.
De eso ya hace 35 años, tiempo que ha dedicado para mostrarle a la sociedad que los médicos abortistas también son humanos.
Y ahora son más los profesionales de la salud que se van por esa rama, sobre todo desde que es legal.
«Ahora trabajan más y no solo por dinero, sino por una motivación ética», precisó.
Jaime Benítez aseveró que las críticas por su campo de acción no se las hacen de frente y que generalmente son «comentarios desagradables».
Pero reconoce que cuando esos críticos descubren que detrás de su trabajo se busca un bienestar social para las mujeres, les queda poco por decir.
Además reconoce que con este tema hay mucha doble moral.
Lo que a este médico le parece más difícil de su trabajo es la falta de acceso, la falta de personal capacitado y sobre todo la desinformación.
«Hay médicos que no saben que el aborto es legal y hay mujeres que tampoco lo saben», indicó.
En Colombia el aborto fue despenalizado en el 2006 para 3 casos específicos: cuando la salud (física o mental) o la vida de la mujer están en riesgo, cuando el embarazo es producto de un abuso o cuando el feto tiene malformaciones.
Según Cristina Villarreal -directora de la Fundación Oriéntame, el 67 % de los embarazos en Colombia no son deseados. O sea que de 10 embarazos, casi 7 no fueron buscados.
Cifras de Profamilia indican que en Colombia se practicaron 10.517 abortos legales durante 2017. Sin embargo, no se tienen claras las cifras de los abortos clandestinos.